lunes, 11 de enero de 2010

2010

Bonito año el que empieza: las bajas temperaturas que azotan a gran parte del país parecen anunciar el color de los meses por venir.

Contrario a lo que muchos parecen creer, lo peor de la famosa crisis no ha pasado: cualquier recuperación de los índices macroeconómicos (que no de la actividad productiva real) no será más que momentánea en espera de una debacle aún peor. 16% de la población, sin empleo. 50 millones de pobres. 50 millones sin seguro médico. 7.5 millones de familias a punto de perder sus viviendas. Déficit de 1.8 billones de dólares. Todo esto, en el hasta ahora país más poderoso del mundo. Imagínese usted lo halagüeño que se presenta el presente año para nuestro país.

Será un año de elecciones: de nueva cuenta ríos de tinta llenaran las planas de los periódicos en torno a la fiesta democrática. Nuevas personalidades llegaran a ocupar los puestos que tanto añoran. La clase política se recicla. El resto del pueblo puede esperar. Y después de julio, la consecuencia de toda fiesta: una cruda incurable en la que la realidad se hace presente de nuevo: PRI, PAN, PRD… las cosas siguen igual en el mejor de los casos, peor si mal nos va.

Seremos testigos durante este año en nuestro país de los festejos organizados por los aniversarios de una Independencia de papel y una Revolución que encumbro en lo más alto del poder a una elite que, hasta nuestros días, se ha enriquecido a expensas de la mayoría de los mexicanos.

Festejos que nos recordarán gobiernos corruptos, injusticias sufridas, promesas sin cumplir y sobre todo, la gran brecha que hace a nuestro país uno de los más desiguales del mundo, aún cuando hace dos siglos cambiábamos de dueños europeos a dueños nacionales y se abolía la esclavitud formal para pasar a la esclavitud del salario mínimo y hace cien años se peleaba por que el producto de la tierra fuera de quien la trabaja.

En septiembre estaremos hartos de discursos patrioteros llenos de ilusiones, de lugares comunes, de buenos deseos (de mentiras, para que darle tantas vueltas). Discursos propios de un gobierno carente de toda legitimidad y alejado completamente de la realidad en la que vive la mayor parte de habitantes de este país. Para diciembre veremos cómo ni las elecciones ni los aniversarios sirvieron en lo más mínimo para cambiar algo.

Sin embargo, será sin lugar a dudas un año interesante en todos los aspectos: social, política y económicamente.

Veremos sin lugar a dudas el declive del dólar como patrón mundial de intercambio. El ALBA en Sudamérica y las naciones del sudeste asiático empezarían a comerciar entre sí con una moneda común que supla al dólar. Las relaciones entre los países de Sudamérica pertenecientes al ALBA han permitido un comercio más justo, más equitativo.

El declive del sistema imperante hasta hoy permite la reflexión, el poder imaginar otras formas de comerciar, de generar y distribuir riquezas, de gobernar.

La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será, escribe Eduardo Galeano. Este 2010 será el momento adecuado para mirar atrás y empezar a tomar conciencia sobre todo aquellos que, como sociedad, nos concierne.

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